En este momento puede haber muchas personas experimentando ansiedad, con mayor o menor intensidad. La ansiedad es miedo a futuro. Hay distintos trastornos de ansiedad y en diferentes niveles, algunos pueden llegar a interferir de manera severa en la vida cotidiana de las personas y pueden presentarse con poca o mucha frecuencia. En este artículo no se hablará de cada uno de estos trastornos, sino más bien, de la ansiedad como término general y como un episodio transitorio.
Al estar en una época de mucha incertidumbre, los índices de ansiedad se han disparado, ya sea por el virus como tal; pensar en enfermarse, en que algún ser querido se enferme, por las noticias de los números de muertes o contagios que van creciendo, por ya estar enfermo y no saber qué sigue, o tener a algún familiar en esta situación. O por las situaciones que surgen a partir de la cuarentena, como: inestabilidad en el trabajo, perder el mismo, pensar cuánto tiempo más tendremos que permanecer en casa, tener que convivir todo el tiempo con las mismas personas y no poder tener una vida social, etc.
Pueden presentarse síntomas tanto físicos como mentales. Algunos de los síntomas que se pueden presentar, son:
Físicos
· Sensación de “estar nervioso o agitado”
· Tensión muscular
· Sudoración
· Taquicardias
· Temblores
· Mareos
· Hiperventilación (respiración agitada)
· Problemas gastrointestinales
· Cansancio constante
Mentales
· Irritabilidad
· Sensibilidad
· Dificultad para concentrarse
· Pensamientos catastróficos
· Preocupación constante
· Insomnio
· Miedo recurrente hacia algo desconocido o poco específico
Es importante diferenciar el miedo de la ansiedad, cuando hay miedo, hay un generador real, en la ansiedad, no se logra delimitar a qué nos estamos enfrentando ni hay un pensamiento específico que lo detone.
En medio de la situación actual, la mente puede dispararse y pensar en los escenarios más catastróficos, es importante detectarlos y detenerlos. Si nuestros pensamientos le dan más valor a todo lo negativo que a lo positivo, es más probable que la ansiedad llegue a nosotros. Esto no quiere decir que ignoremos la situación y no le demos la importancia que tiene. Lo ideal es encontrar un equilibrio entre la paz mental y poner los pies en la tierra tomando todas las medidas que se recomiendan.
Al ser algo diferente a todo lo que habíamos vivido antes, nuestro cerebro no tiene un registro de cuáles son las decisiones más correctas a tomar, ni hay un sistema de defensa mental que ya lo haya experimentado antes y pueda reaccionar en este momento, por eso es necesario tener un plan de acción que ayude a ir día tras día sin estar pensando a mediano o largo plazo.
Si hay algún problema al que no le encuentres solución, hay que tratar ponerlo a un lado temporalmente. El cerebro es una máquina muy inteligente, lo más probable es que “de repente” llegue a tu mente una posible solución cuando ya no estás dándole vueltas. Mientras, ocupa tu tiempo en cosas que disfrutes, como cocinar, leer, pintar, cantar, bailar, etc.
Intentar ver todo desde una perspectiva distinta, más positiva; tener una buena alimentación, hacer actividad física, hacer ejercicios de relajación y de respiración, le da energía al cerebro, tranquilidad y ayuda a contrarrestar la ansiedad.
Por último, hay que darle la importancia que merece a nuestra salud mental. Habla de tus emociones, expresa lo que sientas. Muchas veces el sentirnos tristes o con algún sentimiento negativo, lo relacionamos con “ser débiles”. Todos somos seres humanos y la naturaleza del ser humano es sentir, así que hay que dejar de ignorar nuestras emociones, porque terminan saliendo de peores formas. Si no quieres/puedes platicarlas, escribirlas puede ayudarte a tener más orden en tus pensamientos, a identificar tus emociones y a trabajar en ellas.
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