La mayoría de los miedos a perder que tenemos son ideas irracionales y nos paralizan para avanzar, se vuelven un buen pretexto para no realizar un sueño, no atrevernos a tener una relación, a hablarle a alguien, a intentar algo nuevo, a tomar una decisión importante, etc. El miedo a perder nos deja en una zona de confort sin sentir plenitud.
El ser humano tiene más miedo a perder, que motivaciones de ganar, sin pensar que cada pérdida lleva consigo una ganancia de algún tipo y que, irónicamente, evitar esa ganancia, podría ser una pérdida más grande que la pérdida en sí. Pensar en la ganancia puede ayudar a tomar acción.
Preguntarse: “¿qué puedo perder si…?”, también puede ser de ayuda para identificar ese miedo y, muy probablemente, valga la pena correr ese riesgo de pérdida para obtener la ganancia correspondiente.
Si hay algún miedo que identifiques que te detiene, y es demasiado grande, es posible que haya algo más profundo, “atorado”, sin resolver. La terapia siempre es un buen método para hacer consiente qué está sucediendo dentro de ti, y encuentres el camino para resolverlo y derribar esos miedos.
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